lunes, 14 de junio de 2010

15.- Vanarasi / La India

Vanarasi dio la talla. Todos los viajeros que había conocido hasta ese momento habían comentado que era una ciudad encantadora. Famosa por sus crematorios y sus Gahts al borde del espiritual río Ganges.

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Aunque las guías turísticas también la alababan, con el tiempo, me di cuenta que era mejor la opinión de otro viajero pues parecería que las guías tienen siempre algo de “relleno” para cumplir sus objetivos.

Así que allí estábamos, Cristiana, Marius y yo. Coincidimos en vernos allí y aunque inicialmente fui con Cristiana milagrosamente nos encontramos con Marius Vanarasi_blog_02_1 a la mañana siguiente de nuestra llegada, en la famosa German Backery donde desayunaríamos prácticamente todos los días.

Vanarasi o Benarés como ellos la llaman, es una ciudad de unos 2 millones de habitantes situada a Vanarasi_blog_03 la orilla del río Ganges. Se encuentra principalmente dividida entre la antigua y la nueva ciudad. La antigua ciudad, la que realmente vale la pena, está plagada de pequeñas callejuelas sin organización alguna, transitables solo por motos, bicis y vacas. En esta área fue donde me quedé, y efectivamente, como me habían anunciado, me quedé bastante complacido.

Supongo que aunque transitaban pequeños vehículos y muchedumbre constantemente por sus calles, el entramado de las mismas, transmitía algo diferente al resto de las ciudades que había estado. Esa sensación de paz y tranquilidad, inesperada, pues continuamente estas evitando tropezar con la multitud y vehículos, solo la pude comparar a cuando paseaba por las calles de Venecia. Solo a mí se me ocurre decírselo a mi compañera de viaje Italiana; Crisitana. Obviamente me costó explicarle que solo se trataba del feeling del lugar, nada visual ;) non preoccuparti!!

 Vanarasi_blog_04 Al despertar, lo que más “pintaba” era ver el “cuadro” de la calle. Como siempre el cuarto donde dormía poco daba de sí para sentirme como en casa. Así que después de elegir entre mis dos pantalones y cuatro camisetas puse un pie en la calle, esquivé un par de vacas y sus respectivas eses y con cara feliz solía cada mañana dirigirme al encuentro de Cristiana y Marius que ya estarían zampando las gloriosas baguettes de la German Backery. Una rutina diaria; bueno aquí una rutina es una semana.

Después de reírnos constantemente en nuestros desayunos, lo cual no sabemos aún si era debido al efecto post encuentro en el centro budista, hablábamos de los planes que cada uno deseaba para ese día.

Vanarasi_blog_05 La pequeña ciudad daba algunas ofertas pero entre ellas me quedaría con los paseos por el río cruzando los Ghats de un lado al otro. Por más de dos kilómetros recorría pausadamente los desniveles que formaba el cemento entre unos Ghats y otros.

Puesto que era algo cotidiano no he parado a definir lo que es un Ghats. Para aquellos que no lo conocen se trata un lugar de culto al borde del Ganges, rio espiritual para todos los hindús. En él cada noche, y digo bien cada noche, lavan, adornan con flores y queman incienso para dar comienzo al ritual de adoración al Ganges para que, en resumen, todo siga bien. No para conseguir atraer a sus vidas “cosas” buenas sino para que la vida no les traiga “cosas” malas, curiosa filosofía eh?.

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Quizás por ello, la sensación común y diaria es de una paz interior que se refleja en sus miradas, gestos y en su forma de comunicarse con el mundo en general. Cualquiera que ha estado allí sabrá de lo que hablo pero también podrá decir que lo volvieron loco intentando venderles de todo; desde un masaje en un escalón del propio Ghat a subirse a un barco y darse una vuelta por el rio y siempre como no, de esa forma tan sutil pero tan cansina. Efectivamente eso también existe pero en mi opinión lo primero suple a lo segundo.

Vanarasi_blog_07 Así que llegó el día de Navidad. Ese día tan mágico en toda Europa se mostraba en la India como algo más para venderles cualquier cosa a los Europeos “ricachones” que surcábamos sus calles. Y como no, nos fuimos a un buen hotel y nos dimos una cena homenaje como estaba mandado. Las risas con el suizo Marius eran constantes, la verdad que hacía años que no veía alguien con tan buen espíritu y tanta alegría. Aunque sé que no puede entender esto pues su español no pasa del Hola que tal, Vanarasi_blog_08 dos cervezas por favor… no cambies tío, eres un chorro de alegría para ti y todo el que está a tu lado. En cualquier caso, después de invitar a un francés que andaba por ahí solo a nuestra mesa y de charlar por unas horas nos fuimos a otro guest house y terminamos una cervecillas más. Lo bueno?… no había que conducir, lo malo… ¿Dónde estará mi hotel?, era normal perderse entre tantas callejuelas.

Encontré el Hotel y al echarme en la cama pensé en Cira, en mi familia, en los viejos y nuevos amigos, en definitiva tirado en aquel cutre hotel pensé en todos vosotros, en lo bien que estaríais preparando la maravillosa cena de navidad y el encuentro a posteriori con los amigos… así que como estaba exactamente a 9.482,67 km en línea recta y no podía superar el momento, me “di un golpe en la cabeza” y me quedé dormido no queriendo pensar en ello.

Otra de las ofertas de la ciudad eran sus clases de Yoga, tan solo acudí a una clase, supongo que no estaba por la labor. Otra actividad era darse un masaje Ayurvedico. Ciertamente esto es algo Vanarasi_blog_09 no particular de Vanarasi sino de toda la India y gran parte de Asia. Así que me quise dar un homenaje para olvidar la pena de la distancia que me separaba de los míos en los días de la Navidad y me fui en este caso a un buen hotel a darme el lujo.

Ya había probado masajes anteriormente, en Canarias los quiromasajes, te dan una pequeña paliza pero te dejan como nuevo. Los de relajamiento, en el Dunas Maspalomas, que pena que no me llegue el presupuesto a darme los de una hora, e incluso en Goa en la misma India, el primero Ayurvedico. Lo curioso era que comenzaba a notar que en la India las barreras del pudor llegaban un buen “cacho” más allá. Si en Europa el límite estaba a una cuarta de la mano de las partes más intimas allí estaban solo a medio dedo. El caso que una vez sentado sobre la camilla el masajista comenzó la sesión. Empezó el trabajo en esa misma posición y cuando llegó a la cintura bajó el nivel de mis calzoncillos unos centímetros más abajo para poder trabajar la lumbar, cosa normal. Después de una media hora, me pide que me ponga en posición decúbito prono, o sea, Vanarasi_blog_10 acostado hacia abajo. Para mí es la que más mola pues relajado hacia abajo me da un masajito en la espalda y me quedo como nuevo. Sin embargo cuando yo yacía relajado el coleguita del masaje, al llegar nuevamente a la cadera me vuelve a bajar, muy despacio el límite de mis calzoncillos… un poco más… otro poco … otro poco … hasta que me tenso pues me doy cuenta que me está quitando los calzoncillos!!!... pero que haces tío!!! Joder!! que eso es intimo!!!… se ericé como un gato mientras deliberaba que hacer… pero bueno… ¿y qué podía hacer?… aquel tipo no me iba a violar, estaba en un buen hotel… pero joder me ha quitado todo!!! Así que no hubo otra… él Vanarasi_blog_11 obviamente actuaba como cada día y simplemente hacía su trabajo. Yo tuve que relajarme y concentrarme en que aquella era la forma en que en la India/Asia se llevan a cabo los masajes y bueno… me costó un buen rato la verdad… pero conseguí aprovechar el coste del masaje y relajarme, eso sí, siempre alerta pues si notaba el mínimo desvío de intensiones se iba a armar una buena. En fin… un buen susto y una buena risa cuando se lo contaba a Marius y a Cristiana advirtiéndoles de la situación de los masajitos en Vanarasi.

Como decía antes, probablemente lo mejor de Vanarasi era sus gentes. Así fue que conocí a un italiano que andaba con un profesor de fotografía y unas cuantas noches gozamos viendo sus fotos, eran increíbles pero todas eran retratos nada de paisajes.

Como ya era común, me encontraba enganchado de nuevo en aquel lugar, pero la sensación de movimiento ya venía por sí sola. Una triste despedida con mis compis de viaje pues aparte de la semana que estuvimos en Vanarasi ya habíamos compartido 22 días en Bodhgaya pero como todo por aquí, hay que dejar soltar aunque uno se sienta apegado y cómodo.

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