jueves, 5 de noviembre de 2009

2.- La dura realidad

Tras realizar el prepago del taxi, aconsejado previamente por varias fuentes, se abrieron las puertas al exterior de la terminal 2 de Bombay cerca de las 3 de la mañana del 14 de octubre. Tardé varios segundos en asimilar el impacto ambiental y visual. Casi no sabía a dónde dirigirme pues las pocas señales carecían de sentido. Rápidamente cayeron sobre mi hombres de mediana altura, que bruscamente se empujaban entre sí gritándome algo que probablemente significaría: taxi. Dado que mi misión era encontrar el que ya había pagado ignoré la impaciente ayuda de los locales pues más bien parecían que querían robarme o engañarme.

No tuve éxito y dado que había leído tantas historias sobre la gente que llegaba y eran timados, me rendí a la necesidad de sentarme, calmarme y fumarme un pitillo.

Mientras fumaba, una chica que parecía azafata de vuelo, dialogaba conmigo en inglés sobre lo básico… de donde eres, que haces por aquí, etc… me di cuenta que estaba tan nervioso que hasta mi ingles sonaba ruso.

Tras el tabaco volví al ataque y casualmente el taxi ya había llegado. El fantástico conductor se había olvidado la sonrisa en algún lugar perdido hacia ya varios años junto con sus conocimientos básicos de inglés. Tras enseñarle la impresión de la dirección del hotel y darme cuenta que no sabía leer, me hizo señas para que subiera. Le pregunté varias veces si estaba seguro pero él y otro compi me aseguraron que si, desconfiado deje que cogiera mi maleta y me subí.

Salimos en una diminuta furgoneta y antes de que buscara la forma de acomodarme el taxista se paró y se bajo sin mediar palabra. Le pregunté si todo marchaba bien pero no contesto nada, ni me miró. Le seguí con la mirada y vi como, extremadamente calmado, se dirigía a un aseo. Bueno, pensé, tendrá un apretón.

Volviendo con la misma pasividad al taxi, se subió, se puso el cinto y sin indicador y mirando solo hacia adelante, se incorporó al tráfico sin colisionar con nadie, asomborso. Ante lo cual yo ya me tapaba la boca para que no viera mi risa tonta/nerviosa y se fuera a sentir ofendido.

En tan solo 5 minutos, volvió a parar cerca de algún lugar sin señalizar. Volví a preguntarle si todo iba bien pero no se dignó ni a mirarme. Sintiéndome como la compra del mes en la parte de atrás del coche, abrí la ventana y al ver tres chicos sentados quise, con actitud bien europea, exigir respuesta a todo aquello… y me explicaron que se paraba para cobrar el trayecto de prepago anterior. Uff… bueno, esto será así.

Se volvió a subir con la misma calma, se puso el cinto y nuevamente cerré los ojos para no ver el impacto que nos daríamos al incorporarnos al caos de la carretera… pero nuevamente no paso nada.

Al pasar 15 minutos confié que no habría más paradas y que podría disfrutar del viaje al hotel. Así que me relajé un poco y me dispuse a disfrutar del viaje… sin embargo, fue aquí cuando apareció la dura realidad… dios mío!!! todo está destruido!!! como si hubiera pasado un holocausto o una guerra nuclear… no existía arquitectura en pie que mantuviera signos de su forma y colorido original… la cantidad de deshechos de todo tipo se mesclaban en el escenario decoloro. Confuso, comencé a darme cuenta de lo más duro… cientos de personas aparecían en la escena durmiendo en el suelo, sin nada, sin una simple manta o trapo que las cubrirse… mujeres, ancianos, niños… dios que tristeza, que pobreza… estoy seguro que estas primeras imagines no las olvidaré jamás.

Yo creí estar preparado, sabía a donde viajaba y me había informado pero he de reconocer que Inma Brito tenía razón… “por mucho que te lo intenten describir, el primer impacto no lo entiendes hasta que lo ves”.

Después de una media hora del mismo escenario, mi “coloquial” conductor decide volver a pararse… joder!!! y ahora qué??... era imposible que mi hotel estuviera situado allí!!! Obviamente volví a preguntar pero ya no me inmuté cuando no obtuve respuesta.

Solo y en aquel sitio me sentí como un fajo de billetes en medio del Bronx pidiendo ser cogidos… que nervios. El taxista se metió en otro de esos sitios sin luces ni carteles… ¿A dónde coño va ahora?... Unos 10 minutos después salió tranquilo, volvió a subirse y arrancó sin inmutarse. Será capullo! vamos a estar haciendo recados toda la noche antes de llegar al hotel… lo pensé aunque daba igual decircelo, el tenía su misión aunque yo no tenía claro cuál era.

Cuando conseguí bajar las pulsaciones, volví a seguir observando el entorno… todo seguía igual… gente durmiendo debajo de camiones, niños desnudos, mujeres buscando entre la basura… Me chocó ver carteles enormes del Bollywood anunciando películas con actores flamantes en medio de aquella atmósfera. El contraste era denunciable, como podían atreverse. Con una sola película podrían mejorar y ayudar un solo barrio de aquella caótica y destruida ciudad.

Finalmente, tras una hora de trayecto, llegué al hotel. A pesar de haber pasado todo el trayecto deseando que no fuera en ninguno de aquellos sitios… así fue. Al dejarme se me cayó el mundo encima cuando vi que la foto en internet la sacarían el día que construyeron el hotel, unos 40 años antes, en otro país.

Sin alternativa y a las 4 de la mañana, bajé mi maleta, hice el chech-in y abrí la puerta de la luxury roon. Obviamente, lo de luxury depende de la visión de cada uno. Tumbado en la cama, donde con el pie tocaba una pared y con la mano tocaba la otra, meditaba sobre todo lo que había sucedido desde el aeropuerto hasta aquel cutre y sucio lugar.

A la mañana siguiente, me encontraría con Raquel, una chica que había conocido por medio de Indiga.org y que se hospedaba en el mismo hotel. Dado que no pude dormir, una hora antes de conocerla, decidí dar una vuelta a la manzana para inspeccionarla. Solo fueron 10 minutos, pero nuevamente no puede creer lo que veía. Todo, absolutamente todo, estaba destruido y deteriorado, como si lo hubieran construido hacia 100 años y jamás lo hubieran vuelto a tocar. Me sentía como un ricachon entre medio de aquella gente y me di asco, era como que poca moralidad podía tener pasar entre gente durmiendo en el suelo y yo tan limpio y arreglado. La carencia de necesidades básicas era tal que me tuve que volver al hotel a asimilarlo.

Me di cuenta que también tenía miedo, pensaba que me robarían. Llevaba mi réflex y pensaba que aquello era un gueto pues es en lo único similar que conocía y que podía comparar.

Volví a los dos metros cuadrados sin ventana, y no pude aguantar más de 3 minutos encerrado allí. Decidí acercarme al balcón del hotel e intentar asimilarlo… y así fue… después de un rato comencé a ver que no era para tanto… que no era un gueto peligroso, tan solo todo está sucio, viejo y destruido pero la gente se comportaba civilizadamente.

La mañana comenzaba, los lugareños comenzaban sus tareas, y el caótico tráfico iniciaba su estruendoso ruido.

2 comentarios:

  1. Joder q intenso, hasta yo me he puesto nervioso, con el jodido taxista,
    y eso fue la primera noche!!!! Tienes cojones.... Creo q para mi seria una experiensia muy dura. Animo y sigue contando, q uno se queda con
    mono de.... MiguelAngel por la India!!!! Jejeje

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  2. Cabroncete, con los malos funcionales que hacías, y lo bien que escribes!!!! Has conseguido engancharme al blog. Las fotos muy muy guapas!!!
    Un abrazo, Oscar

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